¿EXISTE LA REIVINDICACIÓN CARCELARIA?

~ viernes, 4 de enero de 2008
Cuando la presidenta Bachelet asumió el cargo, dentro de sus preocupaciones promesas más serias, destacó el problema que existe de la delincuencia y, como consecuencia, la inseguridad ciudadana. De tal manera, se aprueba la ley de “La tercera es la vencida”, que promueve la disminución de la delincuencia mediante más penas carcelarias. Si se sabe a cabalidad acerca de la precariedad en la que están inmersos los presos, el hacinamiento y la constante violencia física y sicológica, me pregunto lo siguiente: ¿Es la solución disminuir la delincuencia a través de más penas carcelarias?
Se conoce que hoy existe, día tras día, un aumento en el grupo de presos encarcelados y privados de libertad, y paralelamente disminuye el grupo de aquellos que reciben medidas alternativas, llámese a la reclusión nocturna, remisión condicional y libertad vigilada. Bajo ésta situación, quedan descubiertos dos problemas principales: La necesidad urgente de una mayor inversión en las cárceles y el retorno a la libertad de más delincuentes, con un claro aprendizaje carcelario. Basándonos en el segundo problema recién planteado del aprendizaje e intercambio de ideas entre preso y preso, junto a la ausencia total de una autoridad educacional, se ha decido plantear si es posible la reivindicación social bajo estos parámetros.

Según la RAE, en este contexto la Reivindicación significaría: reclamar o recuperar alguien lo que por razón de dominio, cuasi dominio u otro motivo le pertenece. De esta manera, la reivindicación social se asemejaría al retorno o al regreso de mi espacio y valor en la sociedad. Del 100% de las personas que quedan en libertad, se afirma que el 90% de éstos no logra reivindicarse en la sociedad, mientras el 10% restante, se encamina hacia ésta.

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Es importante buscar una lógica que pudiese encontrar la razón del no-cumplimiento de la reivindicación carcelaria, creo a cabalidad que el problema no sólo se gesta dentro de aquellos muros, sino más bien se engendra en una cultura clasista, carente de oportunidades, de educación ineficiente, de fraudes, del dominio del pánico, del impacto medio comunicacional, la tecnología, la medicina, etc. Es decir, el poco aporte del estado para mejoras estructurales en las cárceles junto a la violencia, precariedad, etc., no serían la cuna del problema actual, sino una clara consecuencia de la realidad social que acontece luego de la metamorfosis al capitalismo globalizado.

El capitalismo globalizado logra transformar una cultura humanista, basada en el hombre como eje del trabajo, a una cultura tecnológica e informática, que centra a la máquina como motor principal del trabajo, por sobre la mano laboral. De ésta forma, como dice Martín Hopenhayn en su libro “Ni apocalípticos, ni integrados”, se crean dos polos de alto contraste: los Integrados y los Excluidos. Los integrados, como bien dice su nombre, son el conjunto de personas que están siendo consideradas dentro del sistema, que logran tener un valor en el mercado y son partícipes de éste bajo cualquier ideología que se predique. Por otra parte, existe un conjunto de personas marginadas de este sistema, aquí denominadas como la clase excluida, los desposeídos con falta de proyección y poco bienestar.

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Hopenhayn da una explicación de una serie de hechos que acontecen como respuesta a la exclusión de los marginados. Aquí, por ejemplo, remite que los actos violentistas se deben a la proliferación de subculturas de excluídos, que como desilusión a la agitación social, a la emancipación de masas, genera una socialización “invertida”. Habla de una violencia recíproca: El sistema avasallador ataca con la desigualdad social, mal reparto de la riqueza, abolición de la cultura por la incrementación de entretención etc. Otro punto que toca el Sr. Hopenhayn, es que el tráfico y consumo de drogas en los jóvenes, se debe a ésta falta de perspectivas en cuanto a la integración social: Éstos consumen drogas con objetivo de recuperar su autoestima perdida y que, a diferencia de los drogadictos ricos, en los drogadictos excluídos existe una desproporción en cuanto al delito y el botín, los exluídos caen en una adicción teñida por su problemática que los lleva a una desvalorización total del otro.

Mediante esta tesis, es importante reflexionar sobre el origen del preso, su proceso para llegar a estar preso. Así, se logra direccionar hacia la razón de los índices de la reivindicación social. Tenemos claro que, como base, el preso no nace, sino que se hace. Por consiguiente, tenemos una cifra que bordea el 78% de la población penal que se encuentra en situación de preso por causal de robo (robo con violencia, intimidación, homicidio, etc.), es decir, sólo un 21% de la población penal no está presa por delitos que refieren a la necesidad del capital mediante un acto ilegal.

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Al momento en que un preso queda en libertad (de ese 78%), aquella libertad no le asegura un trabajo estable, un mejor futuro, la extinción de problemas, etc., sino más bien, se encuentra limitado, pues en sus antecedentes queda registro de un pasado como delincuente y, bajo la inseguridad, el estigma, la desvalorización de la población integrista hacia los ex presos, se cierran totalmente las puertas y oportunidades que pudiese tener la persona. Es decir, si llegase a existir la reivindicación social de los presos, se pone en duda la intención que pudiese tener la población sistemática de generar oportunidades: el miedo es la inseguridad, existe temor por perder capital, incluso más que un ataque físico.

Ahora bien, si el gobierno dirigiese su mirada hacia un Chile constructivista, positivo y de bienestar plano, lograría entender que el país no necesita más presos ni gastar recursos en nuevas infraestructuras carcelarias, sino que se optaría por los mayores ingresos a la educación municipal, al trabajo social, a crear programas culturales gratuitos, en sí, a generar nuevas espectativas en la clase obrera y que éstas sean llevadas a cabo en su totalidad. Creo que he ahí un gran punto para la disminución de la delincuencia.

No obstante, el gobierno no pone en duda si en la cárcel sí existe la reivindicación social, afirma que ésta se da a través de cursos religiosos, éticos, morales, artesanales. Si bien la palabra del gobierno es la que se conoce por la masa y es en cierto grado “LA VERDAD”, es curioso saber que un 100% de los reos afirma que éstos cursos son opacados por las golpizas, la humillación, la precariedad, golpes eléctricos, torturas, etc., que los funcionarios le propinan noche tras noche. Ahora me cuestiono si el curso de ética y moral se debe implantar en los reos o en los gendármenes.

Para finalizar, según lo expuesto, es posible la reivindicación social en la medida que se cree conciencia, partiendo desde el gobierno y la influencia que éste pudiese tener en la población y la desaparición de los prejuicios de la cárcel, en intentar equilibrar un poco la balanza de la riqueza nacional, en generar un método de cultura masivo. Es importante destacar también, que el delincuente es producto de una necesidad, pero el proceso por satisfacer la necesidad se verá frustrado ante la posible entrega de oportunidades generadas por un estado con miras a futuro, positivista, serio y maduro.

1 comentarios:

Unknown dijo...

hola soy venezolana y estoy estableciendo un proyecto de reivindicacion para las mujeres de la carcel de coro aqui en venezuela y quisiera que ustedes me ayudaran si es posible comuniquese a este mail. lisbethpina@hotmail.com